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Foto del escritorRichard Ramírez-Webster

¿Un Mundo Feliz inflacionado?



A todos los que vivimos la época de los años 80s, nos es familiar hablar de inflación, de una u otra forma; para ninguno de nosotros es sorpresivo el proceso del reetiquedado en el supermercado o bien el constante preguntar sobre el precio de las cosas aun cuando son de consumo recurrente. Sin embargo, para la mayoría de las generaciones nuevas el fenómeno inflacionario apenas ha cobrado espacio dentro de su vida y para algunos en países desarrollados quizá hasta hubieran encontrado una nueva palabra para su limitado vocabulario.


Si bien muchos gobiernos, bancos centrales y corrientes de pensamiento económico quisieran atribuirse la culpa del periodo de baja inflación que ha atravesado el mundo, al ver un poco más de lejos parecen evidentes ciertas circunstancias que provocaron dicho periodo de paz inflacionaria y que nos hacen pensar hacia delante qué tan viable será el regreso a la “normalidad” inflacionaria.


Consideramos que algunas de las grandes fuerzas detrás del fenómeno de baja inflación por los últimos 20 años son principalmente 1. Globalización económica y comercial y 2. Avance tecnológico.



Durante las últimas 2 décadas, el gran fenómeno económico mundial se llamó China. Por un lado, la incorporación del consumidor chino al mundo trajo efectos importantísimos en la demanda de materias primas y bienes de consumo en general. Por el otro, China se convertiría en un monstruo de producción mundial. Los bajos costos competitivos de mano de obra, así como los incentivos del gobierno chino convirtieron a esta economía en la fábrica del mundo. La escala y los bajos costos laborales exportaron deflación a todo el mundo durante más de 2 décadas.



La economía China no solo se ha convertido en la segunda más grande del mundo con un PIB de 18 trillones de dólares, sino que ha habido un avance real en el desarrollo económico de una buena parte de sus habitantes. El nivel de pobreza se redujo en los últimos 20 años desde 88% hasta menos de 1% según el Banco Mundial.



Si bien lo anterior es positivo para la historia económica de China y para el modelo pseudo capitalista, consideramos que en gran medida todo aquello que permitió a China ser exportador de cosas baratas y por lo tanto de deflación al resto del mundo se ha perdido o al menos en una buena parte la capacidad de continuar haciéndolo hacia delante.


Por otro lado, la pandemia de 2020 mostró en gran medida las debilidades de la concentración de proveedores para los grandes consumidores mundiales. Para Estados Unidos, la paralización de la producción en China y el desabasto provocado en el país puso en jaque a la economía americana como no lo había estado en mucho tiempo; desde el colapso de las redes marítimas de logística hasta la insuficiencia en la producción de CHIPS y su impacto en diferentes productos. Los incentivos económicos de transferencia de producción tienen límites cuando hay efectos en el bienestar de la población y amenaza la cadena productiva interna.  Los gobiernos mundiales capitalistas tuvieron una lección importante durante pandemia y después, con la guerra Rusia-Ucrania, respecto a los limites sobre la sobreconcentración en proveedores de materias primas o producto terminado. De igual forma, también se puso en claro que no es posible subestimar la política de un país ajeno al tuyo. La amenaza china sobre Taiwán se vuelve aún más relevante cuando el segundo concentra más del 80% de la producción mundial de CHIPS, que por cierto tienen el potencial de ser utilizados como artefactos de espionaje en los teléfonos y computadores del 80% de los individuos del planeta.  


Lo anterior ha provocado un movimiento de antiglobalización o de re-shoring hacia los países desarrollados a pesar de que esto pueda significar renunciar a los menores costos que les favorecían al producir en otros países. Aunque en realidad es imposible pensar en una desglobalización completa, es cierto que los países en general regresarán parte de sus fuentes de abasto a su propio país o a economías más cercanas, no necesariamente más baratas. Lo anterior claramente traerá consecuencias inflacionarias, o al menos no parece que puedan ser tan favorables como lo fueron los últimos 20 años.


La otra gran variable antiinflacionaria ha sido la tecnología.


El avance en la tecnología de los últimos 20 años no solamente nos ha permitido hacer más cosas sino hacerlas más barato.  Mientras los utensilios se vuelven más complejos, el avance tecnológico ha logrado no solamente hacerlos mejores sino también más baratos. La famosa ley de Moore se ha cumplido cabalmente hasta ahora permitiendo mayor poder computacional a menor precio.




Lo más importante en torno a la accesibilidad de los computadores personales y sobre todo de los teléfonos inteligentes ha sido el nacimiento de nuevos modelos de negocio y formas de vida en todo el mundo. El internet no sería tan importante sin teléfonos inteligentes. Nuevas formas de negocio surgieron a través de estos desarrollos. Amazon, Netflix, UBER, Airbnb son ejemplos de formas de explotación nuevas para soluciones o productos antiguos que han permitido sobre todo abaratar la distribución en gran medida des-intermediando.  La gran corriente de desintermediación ha provocado caída en precios importante durante los últimos 20 años.  Es difícil especular en torno a los avances tecnológicos futuros, el humano ha probado ser extraordinariamente creativo. Sin embargo, al menos hoy parecería que para las fuentes de desinflación que estuvieron vigentes los últimos 20 años el margen para mayores caídas parece limitado. Es cierto que los avances en Inteligencia Artificial y Energías Sustentables pueden ser fuentes de eficiencia y menores costos futuros, pero al menos hoy resulta difícil entender el tamaño de dichos impactos desde el punto de vista abaratamiento de vida. De igual forma resulta difícil entender las fuerzas inflacionarias contrarias como las medidas para evitar el calentamiento global y la sobreexplotación de recursos naturales.


En resumen, la mayoría de los inversionistas ha tomado el reciente período inflacionario como temporal, incorporando a sus expectativas el regreso a inflaciones del 2%, al menos para EEUU. Las discusiones en torno a la “normalización” de la inflación son respecto al tiempo que tomará regresar a lo anterior y no tanto sobre los niveles de ésta.  Es muy difícil intentar pronosticar cuando existen tantas fuerzas tan contrarias y sobre todo frente a un cambio tecnológico potencial tan importante (Inteligencia Artificial) y ante cambios geopolíticos tan grandes.


 Nos parece prudente pensar que, dentro del espectro de escenarios futuros, uno de ellos al menos debería considerar que el ciclo de inflaciones del 2% se quedó atrás y el mundo está entrando a una nueva fase de menor globalización, menor integración económica, agotamiento de los grandes movimientos de desintermediación y caídas en costo.  Por lo tanto, mayores tasas de interés, mayor costo del dinero y revalorización del premio por riesgo de los proyectos de inversión o activos financieros.


¡Oh maravilla! ¡Cuántas criaturas hermosas hay aquí! ¡Qué hermosa es la humanidad! ¡Oh valiente nuevo mundo, Que tiene a tales personas en él! William Shakespeare, La Tempestad, Acto V, Escena I, versos 203-206

Texto: Richard Ramírez

Gráficas: Fernanda Cruz / Paula Hicks

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